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Por qué no deberían interesarnos los vatios a la hora de valorar un equipo de sonido

Hace un par de semanas recibí una llamada de un cliente, preguntándome de cuántos vatios era el equipo que le había presupuestado para una sonorización en directo. Le respondí, pero me di cuenta que en ese momento, por teléfono, no podía explicarle con claridad el por qué no incluíamos ese dato en el documento.

Un valor numérico es algo muy engañoso en cuanto al tema de rendimiento de los equipos. Alguien puede hablar de un «equipo de 25.000W» y puede ser que, si lo comparamos con otro «equipo de 10.000W», genere mucho menos nivel de presión sonora el que teóricamente tiene más vatios. Vamos a ver por qué.

Los vatios

Los vatios son una unidad de potencia, que se suele representar con la letra «W». Cuando hablamos de los vatios de un equipo, nos podemos referir habitualmente a la potencia que pueden proporcionar sus amplificadores o la potencia que admiten sus altavoces.

El primer problema es que no todos los fabricantes nos dan datos de la misma potencia. Pueden hablarnos generalmente de potencia pico y potencia RMS, y aunque las dos son potencias y se miden en vatios, son cosas distintas. Tampoco todos los fabricantes miden esos vatios de la misma manera, aunque cada vez se está estandarizando más gracias a la AES.

Potencia en amplificadores

La potencia de salida de un amplificador (Po) especifica la potencia eléctrica que puede proporcionar a los altavoces sin que se produzca distorsión y sin que el equipo sufra desperfectos.

Existen diferentes maneras de especificar la potencia de salida, aunque como norma general, la potencia nominal en un equipo es la potencia eficaz o RMS (Root Mean Square). La potencia RMS en un amplificador es la potencia que puede proporcionar un continuamente sin superar un nivel de distorsión sobre la impedancia nominal especificada por el fabricante.

Muchos fabricantes proporcionan también información sobre la potencia de pico que puede soportar el amplificador por un corto espacio de tiempo. Habitualmente, suele ser el doble de la potencia RMS.

Y aquí viene el primer truco: Tenemos un amplificador de 5.000W RMS o 10.000W de pico. Podemos anunciar nuestro equipo como un equipo de 10.000W y nadie nos podrá decir que eso no es cierto. Pero un cliente, cuando compara presupuestos de sonorizaciones en directo, si ve que un equipo es de 10.000W(pico) y otro de 6.000W (RMS), tiende a pensar que el de 10.000W es mejor, al ver una cifra mayor. Si además el precio es más barato, la conclusión suele ser contundente: El otro presupuesto es muy caro. Mal plan.

Potencia y sensibilidad en altavoces

Además, la amplificación no es el único factor a considerar, ni mucho menos.

La potencia (P) de un altavoz nos indica la cantidad de energía por unidad de tiempo que se le puede aplicar sin que distorsione o pueda romperse. Y también se expresa en vatios. Normalmente, la amplificación será adecuada a las necesidades del altavoz. En el artículo «El peligro de utilizar un amplificador de menos potencia que el altavoz» ya hablamos de este aspecto.

Pero una de las caracterísiticas más importantes para poder cuantificar mejor el rendimiento del sistema de sonido es la sensibilidad del altavoz.

La sensibilidad (S) de un altavoz determina el nivel de presión sonora (SPL) que genera un altavoz a una distancia de un metro de su eje, cuando se alimenta con 1 W de potencia, expresada en dB/W/m. Por tanto, cuanto más sensible sea un altavoz, mejor aprovechará la potencia que reciba del amplificador.

Veamos un sencillo ejemplo:

Tenemos un altavoz con una sensibilidad de 90 dB/W/m. Cuando se alimenta con un amplificador de 1 W de potencia, el sonómetro marca una presión sonora de 90 dB SPL a un metro de distancia. Si le aplicamos 100W, ese mismo altavoz generará 110dB SPL a 1 metro de distancia.

SPL(dB)=S+10logP(W)SPL(dB)=90+10log100SPL(dB)=110dB

Ahora bien, si tenemos un altavoz con una sensibilidad de 80dB/W/m y le aplicamos 200W (ehh, 200W de potencia, ¡eso es más que 100W!), el resultado en SPL será menor: 103dB SPL, 7dB menos que en el caso anterior.

Por tanto, más potencia no es siempre más rendimiento, ni mucho menos. Y este es el segundo truco: Alguien puede publicitar un equipo de 10.000W con altavoces poco sensibles, que rinde menos que un equipo de 5.000W con altavoces muy sensibles. Por tanto, en mi opinión, basarse únicamente en vatios para valorar el rendimiento de un equipo, no tiene sentido.

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